23 noviembre 2009

La Meta de Campos

Hace años parecía un sueño. Incluso ni eso. Era casi la fantasía propia de un demente. Un equipo español en la Fórmula 1. El auge de Fernando Alonso no sólo trajo consigo el asegurarse la retransmisión del gran circo por una tele general (cuando fue probador de Renault ni se dio). Metió a España de lleno en la categoría reina del automovilismo. El último paso, la inscripción de un equipo en la parrilla. Parecía que era el Epsilon de Joan Villadelprat quien se llevaría el gato al agua, pero surgió desde atrás Adrián Campos para hacerse con la plaza. Hace poco Raúl Romojaro, si no recuerdo mal redactor jefe de motor del As, sacó una columna dedicada al nuevo equipo, en la práctica el primero español en la F-1: Campos, sin solvencia ni futuro. La rajada era sensacional, pero quiero recordar el primer párrafo, el comience que diría Belén Cebrián.

El planteamiento de Campos Meta es el peor de los posibles: pretender codearse
con los mejores del mundo con un proyecto de pacotilla. Sólo así se puede catalogar
a un equipo que debe subastar sus volantes al mejor postor para cubrir un presupuesto mínimo,
renunciando a la calidad como única fórmula de supervivencia.

Lejos de desmerecer a Romojaro, hoy la FIA ha dado luz verde al monocasco de Campos Meta, el primer paso para poder seguir con la evolución del coche. Eso y nada es casi lo mismo, toda vez que las escuderías deben garantizar la seguridad de sus pilotos. Pero cabe recordar que Minardi o Super Aguri sudaron tinta para tan siquiera montarlos. Y, siendo sinceros, nadie espera que Campos Meta luche por puntos. Sólo que se haga un coche decente, que luche por salir de los últimos puestos en los que, sin duda, estará y poco a poco, como Red Bull, Toro Rosso o Force India (¡que tiene lo suyo!) se podrá luchar por algún resultado, por arañar algún punto.


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