16 septiembre 2006

En defensa -personal- de un jugón

De vuelta al space, después de no sé cuánto tiempo y con un fin claro: romper una lanza en favor de la revolución más importante que este país ha parido en lo que a periodismo deportivo se refiere. Esa revolución la encabeza una testa negra, unas gafas redondas y una pajarita. Sí: Esa revolución es Andrés Montes.

Consciente del desprecio que causa en muchos, me veo obligado como ínfimo admirador suyo (reconózcolo, lo empecé a ver desde el NBA All Star de la temporada pasada) a defender su estilo. Y ahí es donde empieza todo. La génesis del "problema" radica en su espíritu libre, sin complejos: heterodoxia periodística sin complejos. Sé que los cambios no suelen gustar, cuesta que lo establecido deje paso o lo nuevo. Sin embargo, ahora yo pregunto: ¿quién echa de menos los comentarios de José Ángel de la Casa, Míchel etc? O los actuales mismos de A3, a los que sinceramente les deseo más suerte que en su último "Territorio Champions".

Montes (y Daimiel, Salinas o Iturriaga, según el caso) puede que no sepa hacerte un análisis acerca de cómo tira el fuera de juego un equipo, o cómo otro te hace presión a todo el campo. Creo que la mejor dupla la hacía con Daimiel, un tío fantástico con el que he podido hablar un poco y es un auténtico crack como persona y más como periodista. Algo que en fútbol sólo podría ser el gran Julio Maldonado, "Maldini". Sin embargo, la televisión, el fútbol y, en cierta medida la vida, es show puro y duro. Ahí radica la grandeza de este morenito comentarista y de sus nuevos caballeros de la mesa cuadrada. Que se lo toman todo a cachondeo, haciendo disfrutar a quienes tienen sintonizada la misma frecuencia.

El fútbol no es un problema de vida o muerte (aunque creo recordar que el gran Shankly dijo que era algo más que eso), el fútbol es pasión y alegría. Sólo así se comprende este fenómeno de la "montesmanía". Como muestra, su web-diccionario que tenía cuando colaboraba con Marca. Miles de motes, a cuál más surrealista e irreverente. O los más actuales tipo "¡Tiqui Taca Salinas! ¡Tiqui Taca!" (¿hay alguien en España que no lo haya oído?), "Bocanegra quiere incarle el diente al partido", "¿¡Donde están las llaves, Salinas!?". Alguien que divide el mundo del bien y del mal entre "jugones" y "el club chupachups" tiene que ser, per se, muy grande. O como él mismo diría... ¡Sensacional!

Y por cierto: la vida sí que puede ser maravillosa.