15 mayo 2008

Unas 2.000 personas toman la Castellana por el VII Desfile de Vehículos Históricos

A gasolina. Así olía hoy el cruce de Concha Espina con la Castellana. Gasolina de motores antiguos, muchos con más de un siglo de existencia, reunidos en el parking que hay junto al Santiago Bernabéu. El motivo: el VII Desfile de Vehículos Históricos, que partió a las 12:30 y fue visto por unas 2.000 personas a lo largo del recorrido, dos vueltas entre las plazas de Cuzco y la Cibeles.

Un desfile cuyo fin es reunir a los amantes de coches y motos, tanto pequeños como ancianos, siempre en San Isidro. “Lo organiza la Asociación Española de Profesionales del Automóvil y nosotros” explicó Lorena Martín, jefa del departamento de comunicación de CEA (Comisariado Europeo del Automóvil). Un ambiente festivo no sólo por la fecha, también porque “hay muy buen rollo, hay muchos clubes como el de Porsche o el de 4x4 que tienen muy buena relación entre ellos” reconoce Martín.


Los vehículos son veteranos. Hay casos en los que sus dueños lo son. Como Felipe de Mena, de 81 años, dueño de tres motos BMW R75 que fueron usadas por el ejército nazi durante la Segunda Guerra. “Vengo a todas las ediciones, soy un entusiasta de esto”. Ayer acudió con el modelo Afrika Korps. Está impecable, como si estuviera recién salida de la fábrica alemana. “La tengo tan bien cuidada porque para mí es una reliquia, pero está para salir, ¡hombre! para cuando quiera y todo lo que se quiera”. También hay dueños jóvenes, como Paula, de 19 años, que ha heredado un Mini Cooper de su abuela. Su carrocería plateada reluce con el sol de mediodía. El coche está perfecto, pero ella no lo quiere. “Es muy costoso mantenerlo. No lo uso apenas y quiero hacerme con un Toyota Yaris. Si alguien pone 10.000€, es suyo”.


Lo que quedó claro es que, se tenga el gusto o las necesidades que se tengan, hay un coche clásico para cualquiera. Ayer se juntaron modelos tan dispares como el Seat 600 o el BMW Isetta (tan pequeño que el conductor debía salir por delante), utilitarios como el Escarabajo o el 2 Caballos hasta berlinas Mercedes o Cadillacs. No faltaron los deportivos: modelos clásicos de Ferrari, Corvette, Porsche (hubo 30) o el mítico Ford Mustang. Históricos, pero no por ello caros. “Entre comprarlo y remodelarlo me habré dejado unos 30.000€. Al menos no pagamos tasas de matriculación y sólo 100€ de seguro” comentaba Jaime Acar, dueño del Mustang, mientras a su lado un niño le pedía a su padre hacerse una foto con el coche.

12 mayo 2008

Quemando rueda en la noche madrileña

Puerto de Canencia. 00:30 horas del sábado 10 de mayo. A un lado de la carretera que cruza el puerto de montaña cuatro guardias civiles hacen noche fuera de su todo terreno. Uno come pipas. Los otros hablan entre sí. Un Seat Córdoba amarillo pasa por delante a más de 100 km/h. Ni se inmutan. El conductor, Daniel Marbán, sabía que estaban ahí, pero no teme perder ni un solo punto de su carné. No es un conductor al uso: es un piloto que compite en el Rally de la Comunidad de Madrid.

El tramo que iba a recorrer el Córdoba WRC (denominación de los coches de rally) partía del puerto de Canencia para morir en Miraflores de la Sierra. El ruido de su motor, con el petardeo que hacía al cambiar de marchas, rompió la calma. En una curva a medio camino entre salida y meta unas 75 personas esperaban impacientes su llegada, algunas subidas hasta en los salientes de las rocas. “¡Coche!” gritó alguien desde lejos. Una potentísima luz se acercaba. Eran los focos del Seat. Sonaron bocinas. La gente gritaba. El coche de Marbán y Rafael Flores, su copiloto, pasó por delante suyo, negociando los 180 grados de curva. Entonces el olor a gasolina se mezcló con el de unos cubatas cercanos y algo de marihuana para imponerse al aroma que desprendían las flores de la montaña.


Los pilotos sabían que los espectadores querían ver espectáculo. “Es más llamativo por la noche, los focos, los frenos al rojo vivo, aparte del cachondeillo que hay” dijo Ángel, un joven en la treintena larga habitual de los rallyes. Tampoco había mucho más que ver esa noche, aparte de las linternas que muchos llevaban, los flashes de las cámaras de los fotógrafos que cubrían el tramo y algunas colillas sobre el trazado. Un par de minutos después del Seat aparecía un Mitsubishi Lancer Evolution tocando el claxon mientras trazaba por el interior, haciendo que la gente se volviera loca.

Una locura comedida. Todos, pilotos y espectadores, sabían que esa era la curva más complicada del tramo. Una curva ya famosa. Gabriel, un veterano de 44 años, lo explicaba: “complicada, es complicada. Hace dos o tres años hubo varios accidentes en el exterior. Hubo un chaval al que le rompieron las piernas. Es peligrosa, muy peligrosa”. Una peligrosidad que no se vía en rostros como el de Javier, un cronometrador de 20 años tan ajetreado que apenas tenía tiempo para responder. “Tenemos que estar atentos a cuándo pasan, a quién pasa, asignarle sus tiempos y, si alguno se queda en el camino, comunicarlo al control de carrera” explicaba entre coche y coche. Precisamente eso tuvo que hacer a eso de las 00:45 horas, cuando el Peugeot 206 del dúo Israel García y José L. Sánchez se quedaba tirado nada más salir de la curva. Uno de los fotógrafos, curtido en decenas de rallyes, daba un primer veredicto: “¡para mí que ha sido el cambio de marchas!”.

En apenas dos horas los 59 coches que participaron en las dos modalidades (velocidad y regularidad) habían acabado los 12,7 kilómetros del recorrido. Pero hacía rato que los espectadores habían comenzado a abandonar la curva, camino de sus vehículos. Algunos aparcados en las cunetas de la carretera, con los coches del rally pasando apenas a un metro. Otros seguidores subían andando, aún con la competición en marcha, hacia el parking habilitado por la organización de carrera. Algo de lo que los competidores se quejan sistemáticamente. Como hizo Begoña Arribas, copiloto de José Sánchez y que con su Porsche 911 Carrera encabezó la clasificación esa noche. Aguantando la lluvia que caía, aún con su mono azul y blanco puesto, criticaba esta situación: “la seguridad es algo que el espectador aún no tiene muy claro. Eso es perjudicial para ellos y para nosotros. Ves a alguien que cruza y pierdes la concentración”. Arribas concluyó con que “los espectadores deberían tomar conciencia de lo que hacen”, algo que su compañero firmó “punto por punto, así tendríamos menos accidentes”.

Por suerte no hubo herido alguno, aunque alguno se quejó de otro tipo de atropello: en el parking una camioneta llegada desde Ávila, repleta de pegatinas de rallies y etapas ciclistas, vendía montados de chorizo, salchicha y panceta a cinco euros la unidad. “Nosotros ponemos los precios, no obligamos a nadie a comprar” dijo uno de los vendedores tras oír algunas quejas. Con o sin bocata, los espectadores se apresuraron a subirse al coche para llegar lo antes posible a Miraflores, en vano, ya que con tanto coche en la carretera al final se montó un atasco digno de cualquier puente laboral.



05 mayo 2008

¡Güi ar de chempions!

Orgásmico. Sólo así se puede explicar lo de ayer. Remontar un 1-0 con 10 en Pamplona. ¡¡Olé por vuestros huevos!! Pero hoy quiero ceder el testigo al artículo de un sabio: Alfredo Relaño.

Alirón heroico en el Reyno de Navarra "Sí, el Real Madrid, campeón. Tras un partido macho y serio en el Reyno de Navarra, en el que encontró la fuerte oposición de un equipo firme, al que ronda el descenso, y que vivió el apoyo de un público irritado con los arbitrajes. Fue un partido intenso en el que las cosas se le fueron complicando al campeón. Dos tarjetas evitables de Cannavaro le dejaron con diez para prácticamente todo el segundo tiempo. Luego le vino el penalti en contra, ya cuando el partido entraba en la recta final, y el gol de Osasuna. Poco tiempo por delante, diez contra once, ambiente adverso. Todo quedaba aplazado.

Pero no. El Madrid jugó todo el segundo tiempo con la ambición y la responsabilidad del campeón. Antes y después del gol de Osasuna, resistiendo y cambiando golpes, administrando tarjetas, yendo al ataque cada vez más. Y más y mejor todavía, hay que decirlo, a partir de marcharse Saviola y Raúl, las dos piezas que no funcionaban durante el primer tiempo. Sneijder lideraba los esfuerzos de ataque, bien respaldado por Gago y Diarra, enormes de despliegue y acierto todo el partido, como en Santander. Y bien apoyado por Robben, que buscaba por una banda y por la otra, permanente amenaza.

Pero, sobre todo, Higuaín, el hombre del tramo final de la Liga pasada, también el hombre anoche, justo el día que más difícil se pusieron las cosas. Primero con un saque de falta preciso, a la cabeza de Robben; luego, con un remate tenso y tremendo, tras bajar el balón con el pecho, ya casi sin tiempo para apelación. Osasuna, que hizo un gran partido sin más defecto que su permanente falta de remate (que le ha hecho más daño que los árbitros) bajó los brazos. Lo había intentado, pero no pudo ser. Enfrente tuvo a un campeón, un enorme campeón, que ayer cantó un alirón heroico.