08 noviembre 2006

06 noviembre 2006

Ser de un equipo no se compra

Cuenta el gran Eduardo Galeano en su delicioso libro El fútbol a sol y sombra la historia del también escritor uruguayo Paco Espínola al que no le interesaba el fútbol. Una tarde del verano de 1960 en la que Espínola se encontraba recluido en casa enfrascado en su último trabajo, el intelectual aprovechó un descanso para encender la radio. Buscando qué escuchar, sintonizó la retransmisión del Nacional-Peñarol, el clásico por excelencia del fútbol uruguayo, que acabó con un rotundo 4-0 a favor del decano. Por la noche un hondo pesar inundaba al escritor y lo que más le asombraba es que desconocía el porqué. Hasta que cayó en la cuenta: ¡estaba triste por la derrota de Peñarol! Espínola era de Peñarol y no lo sabía. Bajo el título El fervor de la camiseta, esta breve historia exquisitamente narrada por Galeano creo que sirve para ilustrar lo que es ser de un equipo de fútbol, un sentimiento difícil de explicar y del que es imposible renegar. Algo tan profundo que, como le sucedió a Espínola, podemos llegar a desconocer. Junto al juego, ser de un equipo es lo más puro que tiene el fútbol, de ahí que por más intrusos que haya, está a salvo del talonario.

Como apunta Galeano, y a diferencia de los nuevos magnates del fútbol, rara vez el hincha dice: «Hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Cuando el partido concluye, el hincha celebra su victoria: qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos; o llora su derrota: otra vez nos estafaron. Regresa al yo que ha sido nosotros. Por mucho dinero que tengan, tanto que se pueden comprar clubes de fútbol, los Abramovich, Glazer, Romanov o Gaydamak nunca sabrán lo que es ser "nosotros". Ellos no dicen "ganamos" o "perdimos", sino "gané" o "perdí". Ser de un equipo no se compra, se siente.

Enrique Marín
Diario As, 06/11/2006