14 octubre 2008

La fórmula 1 regresa a Madrid

Han pasado 40 años desde que la F1 llegó por primera vez al circuito del Jarama. Por él pasaron leyendas de este deporte y se disputaron carreras históricas como la de 1981. Así se vivió el gran circo en Madrid

El semáforo estaba en rojo. Ante él, 24 bólidos rugiendo bajo el calor de un 21 de junio mesetero. Cinco segundos después, ya con las luces en verde, los coches comenzaron a moverse. A la cabeza, Jacques Laffite, a los mandos de un Ligier-Matra. El Gran Premio (GP) de Fórmula 1 de España de 1981, disputado en Madrid, arrancó con una gran remontada del canadiense Gilles Villenueve, que en tres vueltas pasó de la quinta a la segunda plaza. El público asistía a una exhibición de pilotaje del norteamericano, que luchaba con su Ferrari 126C Turbo por llevarse la victoria, con cinco pilotos en apenas cinco segundos. Los cronómetros echaban humo. Juan Manuel Merino era su responsable. Hoy sigue siendo el director jefe de cronometraje tanto del Jarama como del Colegio Oficial de Cronometraje Automovilístico. En su sede recuerda cómo fueron aquellos años dorados del trazado madrileño. “Yo dirigí aquel último Gran Premio del año 81. Para Madrid la F1 suponía todo un acontecimiento. La gente fue a ver carreras únicas, como aquélla de 1981. Fueron pruebas realmente interesantes”.

Interesante fue, tal y como recuerdan las crónicas, el último GP disputado en el Jarama. Llegada la mitad de carrera Villenueve ya había colocado su cavallino rampante en la primera posición. Por detrás le acosaban sin cesar Laffite, John Watson, su compañero de equipo Carlos Reutemann y Elio de Angelis. Tras ellos llegaba el pelotón. Un pelotón al que se tuvo que acostumbrar el madrileño Emilio de Villota, único piloto local que corrió sobre el asfalto del Jarama. De Villota, que logró su mejor resultado en la F1 en esta pista (13º), recuerda por teléfono lo difícil que era no sólo participar en un GP, sino darles caza a estos ases del automovilismo: “Era muy difícil. Fue una época dorada de pilotos de F1: los Lauda, Stewart, Hunt, Andretti, Fittipaldi, Villenueve… era una locura. Recorrías aquellas parrillas y todos han sido pilotos que de una u otra forma trascendieron y son leyendas de este deporte. Si pasabas la criba de clasificación y te metías en carrera luego era incluso más difícil. Los coches de cabeza siempre te metían en torno a un segundo, segundo y medio. Pero era un auténtico placer estar en pista con estos pilotos”.


Si para De Villota fue un placer luchar contra ellos, para los casi 50.000 espectadores que se reunieron aquel día de junio del 81 el placer era ver una lucha encarnizada que pasó a la historia como una de las mejores carreras de la Fórmula 1. Las curvas del Jarama vieron como, vuelta a vuelta, Villenueve mantuvo a raya a sus cuatro rivales. Algo aún más complicado dada la exigencia técnica de una pista que era de corta longitud (3.312 metros), pero cuyo juego de giros cerrados y cambios de rasante siempre gustó a los pilotos. “Desde el punto de vista del piloto”, analiza De Villota, “era muy alabado, era excepcional, muy selectivo. Aquellas curvas de gran dificultad para regular el coche, con los cambios de rasante, las curvas Pegaso, Bugatti o Le Mans... Era y todavía es un circuito fantástico”. Merino le secunda: “Me da pena que el Jarama no esté en primera línea respecto a instalaciones como boxes y demás, porque como trazado es muy atractivo y sé que aún gusta, y mucho, a los pilotos”.

La última curva, la de entrada a meta, ha sido siempre una de las características peculiares del Jarama. Su inclinación permite que la grada vea como llegan los pilotos. En 1981 vieron algo increíble: cinco coches llegaban con apenas 1’25 segundos de distancia. Cayó la bandera a cuadros y Villenueve alzó su brazo derecho. Había ganado la carrera. Pero no sabía que esa sería su última victoria, ya que el 5 de mayo del año siguiente moriría en los entrenamientos del GP de Bélgica. Del mismo modo, nadie sabía que ese sería el último gran premio disputado en el Jarama. Manuel Vidal, actual director del circuito, explica en su despacho —situado junto a la pista y bajo la sombra de la inconfundible torre de control— por qué la F1 no volvió a Madrid: “No sabíamos que aquel iba a ser el último GP que se disputara allí. Había una guerra entre la FISA, la actual Federación Internacional de Automovilismo, y la FOCA (equipos). Lucharon entre ellas y el Jarama fue perjudicado. Además el RACE no estaba en disposición de poner en la mesa los millones necesarios para pagar una carrera de F1. Por entonces creo que costaba unos 20 millones de pesetas”.

¿Hay posibilidades de que la F1 vuelva a Madrid? Para Vidal, no. Al menos no en el Jarama: “El trazado no puede ser ampliado, ya que se encuentra rodeado por la carretera de Burgos, por dos urbanizaciones y dos campos de golf. Además, las instalaciones son pequeñas y están anticuadas. Es un desembolso que hoy correspondería al Ayuntamiento o a la Comunidad, pero hace tiempo que se han olvidado del automovilismo, no hacen nada”.Mientras las instituciones se deciden, sólo queda conformarse con homenajes como el que Ferrari y Martini hicieron al Jarama el pasado 25 y 26 de octubre, cuando los fórmula 1 de aquellos años volvieron a hacer vibrar al público madrileño. El tiempo pareció haber vuelto atrás: en los boxes aún estaba aquel Ferrari 126C Turbo con el que Villenueve pasó a la historia.



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