10 abril 2005

Gracias por enseñarme

No recuerdo la fecha. Apenas el lugar. Pero sí el partido. Fue un Celta-Real Madrid. Por entonces todavía jugaba la Quinta. En un bar perdido de algún pueblo olvidado de Madrid tomaba un refresco mientras mis manos jugueteaban con su tapón. Fue entonces cuando mi padre me preguntó: "¿Quieres que te enseñe a jugar a las chapas?".

No recuerdo haberle dado nunca las gracias por haberme hecho esa pregunta. Pero ahora lo hago. Gracias por las miles de horas de diversión que tuve. Gracias por potenciar mi imaginación, y, de paso, mi pasión por el deporte. Llegué a ser un gran jugador: entre recreo y recreo, en los fines de semana, siempre había un hueco, un buen momento para coger un garbanzo y ganar otro partido más.

La satisfacción no sólo llegaba por disfrutar con los amigos, sino también por su reconocimiento hacia el campeón. Me enseñó valores como el respeto, la deportividad, el saber ganar... y perder cuando así era. Las chapas no fueron sólo un juego, sino mucho más. Gracias.