15 mayo 2009

Minolles

Para los noveles en el sector de los videojuegos, hay una saga que, durante mucho tiempo, ha sido referente en el campo del fútbol virtual. Se trata de Pro Evolution Soccer. Un juego que se basaba, principalmente, en una simulación muy realista del deporte rey.

Y, como todo, tiene un pero. Su realismo a la hora de representar un partido era diametralmente opuesto a su realismo a la hora de gestionar los e
quipos a lo largo de una campaña. Jugadores que eran incapaces de aguantar dos partidos seguidos, entrenamientos que agotaban a la plantilla... Con todo, el mayor pero, llegaba a la hora de negociar los fichajes. Una buena cuenta corriente permitía formar, en menos de dos campañas, el equipo más temible que nadie sea capaz de imaginar. No era difícil componer un equipo con los mejores jugadores en el campo... y en el banquillo. Algo que, de realista, tenía más bien poco. Por fortuna los jugadores no se quejaban, ni amenazaban con dejar el equipo si no jugaban. No aparecían representantes ni elementos extraños que empañaran el buen hacer de tu gestión.

Todo era maravilloso. Todo irreal.

El País publica un artículo de Diego Torres. El título: "Una bomba de 300 millones". En él cuenta, de buena mano, el proyecto de Florentino Pérez para hacer que el Madrid vuelva, subito, a ser competitivo. Cristiano Ronaldo, Kaká, Ribéry, Xabi Alonso... Y otros más en la manga: Villa, Silva, Negredo, Granero... Estrellas mundiales, cracks del fútbol. Todo resumido en un término: Egos. A los que existen en la plantilla se sumarían los antes citados. No todo es cuestión de los minolles, que diría el incombustible guiñol de Manuel Chaves. No. Hay que darle un sentido, buscar un equlibrio, saber igualar la balanza. ¿Necesita el Madrid 300 millones gastados en fichajes? ¿O necesita reencontrarse a sí mismo, recordar sus esencias y, a partir de ahí volver a ser grande?

Me temo que son las cuestiones que alguien no se está planteando. Me temo que sólo se piensa en juntar las estrellas, y que Fortuna reparta suerte.

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