22 julio 2009

Ingenio y prepotencia

Somos esclavos de nuestras palabras, de eso no hay duda. Sin embargo, los hay que, metidos de lleno en el mundillo de los mass media, creen que las palabras de hoy llenarán los periódicos que mañana irán a la basura (algo así creo recordar se decía en Nothing Hill). Todo lo contrario. La documentación, tan abominable durante la carrera universitaria, es un recurso del todo preciso.

Y precioso, según sea el caso. Como es el caso del presidente del FC Barcelona Joan Laporta, Juan Lapuerta según su homólogo sevillista José María del Nido. A Laporta se le hinchó la barriga -si es que se puede inflar más- este verano a base de despotricar contra cualquier cosa que hiciera Florentino Pérez y, por ende, su Real Madrid. Entre el inigualable símil de su año de éxitos junto a su estado de humor ("estoy tri-tranquilo") y el fino y moderado análisis de la política de fichajes hecha desde Concha Espina ("es un modelo imperialista basado en el pelotazo") no pasaba un día sin que, gracias a Joan, el pan dejara de subir. Lo último fue asegurar que en su equipo las estrellas, los balones de oro, no se compraban, sino que se hacían, en referencia a su apuesta por la cantera. El Barça, según su presidente, no tiene porqué hacer fichajes multimillonarios, entendidos desde la perspectiva futbolística (porque, mucho me temo, que para cualquiera de nosotros comprar algo por 10 millones de euros es, cuando menos, utópico). Su política, nada prepotente, se basa en el ingenio a la hora de fichar.

En esas nos encontrábamos hasta que un día desde el Camp Nou se decide no fichar a Villa e ir a por Ibrahimovic. Un buen jugador, grandioso, excelente técnicamente, pero que se viene abajo en los grandes partidos y tiene fama de divo. 27 años tiene la criatura. Y por él Laporta estaba dispuesto a pagar 45 millones, más Eto'o más la cesión por un año de Hleb. Según como se quieran hacer las cábalas, podía ser una operación más o menos rentable. Lo que es seguro es que no saldría el arzobispo de Barcelona con la Biblia en mano atacando a Laporta por lo que nunca sería un "dispendio descomunal". Pero hoy nos encontramos con que Eto'o, publicamente ninguneado por el mismo equipo al que ha ayudado a ganar dos Ligas de Campeones, tres Ligas y otros títulos no termina de aceptar ese rol, el de mera moneda de cambio. ¿Cuál es la solución? Pues como informan Marca y El Mundo Deportivo (a la sazón, como El País y El Mundo de los deportes) el Barcelona, si Eto'o no entra en la operación, debería abonar, desde el mayor de los ingenios, 75 millones de euros, lo que convertiría a Ibrahimovic (que cobra a razón de 12 millones de euros al año) en el segundo fichaje más caro de la historia del fútbol, sólo superado por Cristiano Ronaldo.

Y como se suele decir: Hasta aquí puedo leer. Cada uno que extraiga sus conclusiones. La mía es clara:
Siempre seremos esclavos de nuestras palabras.

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