25 febrero 2009

Hay días emocionantes...

... y, aunque parezca simplista, sinceramente creo que sólo el deporte rey puede provocarlos. No días emocionantes en general, que haberlos haylos. Afortunadamente suelen ser muchos, aunque aquellos en los que aparezcan nubes negras tiendan a empequeñecerlos, a aparentar que son menos de los que realmente son. Estos días emocionantes arrancan en la madrugá, que dirían en el sur. Las radios no dudan en hablar de él cuanto haga falta. Y al despertar siguen con el tema, como hacen las televisiones. Los diarios no son menos. Es uno de los miles de partidos del siglo. Da igual. Los nervios atenazan los estómagos y los aficionados, de uno y otro equipo, sueñan con poder ser uno de los 22 hombres sobre el terreno de juego. Se pagarían fortunas, que hoy más que nunca no se tienen, para poder estar sobre el tapete verde, para alzar la vista y saber que 80.000 almas siguen todos tus movimientos. Si el fútbol es grande, la Champions es su Everest. Y hoy presenta un partido imprescindible. No me lo pienso perder, aunque sea para que salgan las mariposas que tengo dentro del cuerpo.

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