El Atlético es un equipo de dos áreas. Resolutivo en la ajena, inconmensurable en la propia. Así lo aclaró ayer en Anfield ante el Liverpool. Arriba definieron, como de costumbre, Forlán y Agüero. Atrás, Ansejo se las vio con Torres -ídolo tanto red como rojiblanco-. Salió victorioso el portero y reconfortado el Atlético, con una gran victoria y pensando en la previa de la Champions, contra el Panathinaikos.
El choque demostró que las carencias del Atlético pueden volver a causarle más de un disgusto. Especialmente, en la retaguardia. A la inseguridad habitual de Heitinga y Ujfalusi hay que sumar la de Juanito. Pero hay un antídoto: se llama Asenjo, el gran fichaje del Atlético este verano. Fue el artífice del triunfo. Si Torres no goleó, que pudo hacerlo, fue porque el guardameta demostró ser de los que, aparte de evitar goles, también ganan partidos.
Los fallos defensivos, en cualquier caso, no impidieron ver a un buen Atlético. A falta de un cerebro en la media, apostó por transiciones rápidas a uno o dos toques que obligaban al Liverpool a correr tras la pelota. Y si llega el cuero al último tercio, Forlán y Agüero siguen como siempre. Letales. El Kun, pícaro por definición, volvió a marcar de cabeza. El uruguayo, abucheado por su pasado como jugador del Manchester United, decidió recordar al público por qué ganó la última Bota de Oro: clavó el esférico en la escuadra de Reina: 0-2.
Inseguro atrás, pero incisivo arriba, el Atlético acabó por moverse en Anfield como Pedro por su casa. Manejó el tiempo del partido ante un rival descolocado, que se aferró a los destellos de Gerrard. Y si algo quedó claro fue que, sin Xabi Alonso y a la espera de Aquilani, el Liverpool no tiene fútbol. El equipo inglés se mostró lento, previsible y sin el ritmo ni la circulación del balón que se le presupone a un equipo que en una semana debuta en la Premier. El mayor afectado: Torres. Desasistido, tuvo pocas ocasiones. Y las que tuvo las frenó Asenjo.
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